¿Era
realmente un juguete?
¿O
era un alimento altamente tóxico?
Este
invento de aspecto radiactivo supuso un fenómeno entre los niños de la época.
El
clásico entretenimiento de jugar con los mocos se había convertido en algo
oficial, con nombre propio, y que nadie te reñiría por hacerlo.
Llegó
a haber cuatro tipos de Blandi Blub: el verde clásico, el verde con gusanos, el
verde con ojos y el rojo sangre.
Es
cierto que el Blandi Blub no manchaba, pero lo que no sospechábamos es que él
si se manchaba. Era un atrapamierdas en toda regla. Al segundo día de abrirlo, su verde luminoso se había convertido en un color de difícil descripción.
Además
poco a poco aquel gel se iba cristalizando y ya no daba ningún tipo de juego y
si bastante asco.
¿Pero
no era eso al fin y al cabo lo que le hacía atractivo al principio? Un juguete
que cumplía con creces las expectativas acababa siendo injustamente repudiado
Su
curioso envase, que tenía forma de cubo de basura, no dejaba de ser una especie
de premonición de donde acabaría al final semejante invento.