Uno
veía a su abuela tomar todos los días unas pastillas con colores apetecibles y
se preguntaba a que sabrían esos curiosos caramelitos.
Y para
satisfacer nuestras apetencias lanzaron a la venta los Lacasitos. Grageas de
colores brillantes que podías comer hasta hartarte.
A
diferencia de otras chuches, el color importaba poco, ya que fuesen rojas o
verdes, el sabor siempre era el mismo.
Pese a esto,
curiósamente, las que siempre quedaban para el final eran las de color
chocolate, quizá por ser demasiado obvias.
Se vendían en tubos similares a los
de las pastillas de las farmacias. Primero de cartón y posteriormente de
plástico. Y en
las confiterías de barrio se vendían a granel.
Su
éxito hizo que los kioskos se llenaran de lentejitas similares, digamos de
marca blanca.
Y claro,
los Lacasitos tenían que diferenciarse de los plagios baratos y mantener su posición
en el mercado. Y se les ocurrió hacerlo estampando su nombre en cada
pastillita. Hasta hicieron una campaña televisiva con el slogan: “Solo son Lacasitos
si pone Lacasitos” Y ojo, que esto lo decía un chimpancé, porque ya se sabe que
estos simios siempre han tenido mucha credibilidad.
Pero la
letra era tan pequeña y la tipografía tan ilegible que podía poner “Lacasitos”
o “Trombocíl”
La cosa
es que funcionó y hasta hoy sigue su nombre escrito con una letra de monje
miniaturista medieval.
Pero un terrible acontecimiento acabó para siempre con la tranquilidad de los Lacasitos: la invasión americana de los M&Ms. Cacahuetes cubiertos de chocolate
y una capa de color similar al de las pastillitas españolas.
Se
lanzaron con una campaña que decía:
“Se
deshacen en tu boca, no en tu mano”
(Slogan éste con varias lecturas)
¡Zas!
Golpe bajo a los Lacasitos. Porque ese era justamente su punto débil.
Si
sostenías mas de cinco segundos un puñado en la mano se te quedaba
como un cuadro de Miró.
Además,
aunque los M&Ms también tenían escrito sobre cada uno de ellos un
distintivo, en este caso, mucho mas acertadamente era solo una inicial: “M” Con
la reconocible tipografía de la marca.
No todo
el mundo sabe que M&Ms es todo un emporio que tiene en las principales
capitales del mundo tiendas gigantes que parecen parques temáticos.
Yo he
visitado la de Londres y la de New York, que está nada menos que en pleno Times
Square, y me he quedado ojoplático ante la idea de un Corte Inglés de varias
plantas en el que en vez de vender cafeteras, zapatos y perfumes, solo venden pastillas de chocolate.
¿Para
tanto dan de si unas simples bolitas?
Pues
si. Han puesto cara a los M&Ms y los han convertido en personajes que
ilustran gorras, camisetas y todo tipo de productos absurdos que venden como
rosquillas en un entorno saturado de tubos de cristal gigantes llenos de pastillas de colores
de lo mas variado.
Es tal
la gama de colorido que se podría hacer un mosaico de “Las Meninas” a base de M&Ms sin echar
en falta ningún tono cromático.
La
gente se lanza en masa haciendo colas gigantes, como si no hubiesen visto un
cacahuete en su vida.
Pero volviendo
a España, Lacasitos se dio cuenta de que tenían que volver a recuperar su
status y lo hicieron con un nueva campaña publicitaria con la que voy a
terminar para que la meditéis.
El
anuncio era de lo mas persuasivo, sobre todo por los argumentos de peso que te
daba.
Decía
así:
“U - i -u
- a - a - pim - pam… ¡Toma Lacasitos!"
Oye,
pues me ha convencido.